El Orgullo no cabe en un discurso si lo contradice un pacto

Artículo escrito por: Carlota Pobeda de Manuel

"No basta con decir lo correcto, es fundamental acompañar lo que se dice con acciones y, sobre todo, coherencia"

 

El Parlamento de Canarias vivió en su último pleno de junio un momento de aparente dignidad política. Durante la primera sesión, la diputada de VOX, Paula Jover, cargó contra un instituto público de El Médano por izar las banderas LGTBI y trans el pasado 17 de mayo (Día Internacional contra la LGTBIfobia), retirando temporalmente la bandera de España. Exigió explicaciones, apeló a la legalidad y terminó acusando al consejero de Educación, Poli Suárez, de hablar como “representante de un colectivo”.

La respuesta de Suárez fue contundente: recordó que ninguna bandera se retira para ofender y que, si hace falta, se instalarán mástiles para que ondeen todas sin excluir a nadie. Remató su intervención con una frase que levantó aplausos de todas las formaciones políticas que integran la Cámara regional (a excepción de Vox, cuyos diputados también aplaudieron pero hacia su compañera Paula Jover): “Nunca ondeará la de Borgoña”.

Hasta ahí, todo bien. Pero no basta con decir lo correcto, es fundamental acompañar lo que se dice con acciones y, sobre todo, coherencia.

Poli Suárez forma parte del Partido Popular, el mismo que en varias comunidades autónomas, como Castilla y León, Comunidad Valenciana o Murcia, ha pactado con VOX, el partido que niega sistemáticamente los derechos del colectivo LGTBI, y que no solo rechaza simbología como la bandera arcoíris, sino que ataca directamente políticas públicas de igualdad.

En Castilla y León, el PP ha permitido a VOX imponer el "pin parental", una medida que censura contenidos sobre diversidad sexual en las aulas. En la Comunidad Valenciana, el PP ha aceptado la eliminación de políticas específicas de atención a personas LGTBI y la retirada de banderas en edificios institucionales. En Murcia, se han paralizado leyes de igualdad aprobadas por consenso. Todo esto con la firma del mismo partido que hoy se presenta como garante del respeto en Canarias.

Pero es que ni siquiera hace falta irse tan lejos para encontrar contradicciones. En el propio sur de Tenerife, el PP ha sellado pactos con VOX, entregando poder institucional a un partido que no esconde su discurso de odio contra las personas LGTBI, migrantes y mujeres. ¿Cómo puede hablar de respeto quien comparte gobierno con quienes desprecian abiertamente esos valores?

En el caso de Arona, el desencuentro estalló cuando el Ayuntamiento impulsó la organización de un acto institucional con motivo del Orgullo LGTBI+. VOX, socio de gobierno, se desmarcó por completo y rechazó apoyar la iniciativa, calificándola de “agenda ideológica” ajena a sus principios. Además, dejó claro que no destinaría recursos públicos a lo que considera “fines ideológicos”. La tensión se agravó durante un pleno en el que se debatía una moción del PSOE en defensa del colectivo LGTBI+: los dos concejales de VOX, Naím Yánez y Melania Santos, optaron por abandonar el salón de plenos antes de la votación, evitando así posicionarse abiertamente en contra. Estos pactos locales no son una excepción: son una muestra clara de que los principios ceden cuando hay poder en juego.

¿De qué sirve que Poli Suárez hable de convivencia si su partido se alía con quienes llaman “lobby” a las personas trans? ¿De qué sirve defender en voz alta una bandera si en otras regiones se silencian las voces de quienes representan?

La incoherencia política no es solo una contradicción estética. Tiene consecuencias reales. Las decisiones que toma el PP en los despachos donde pacta con VOX afectan directamente a miles de jóvenes LGTBI: en sus centros escolares, en su acceso a servicios, en su salud mental. Defender sus derechos en Canarias, mientras se recortan en otras comunidades, no es valentía. Es estrategia.

Claro que hay que reconocer que Suárez respondió con dignidad en el Parlamento, pero esa dignidad no puede quedarse en una sala plenaria ni en un corte de vídeo viral. La verdadera defensa de los derechos humanos exige coherencia, compromiso y, sobre todo, límites: uno de ellos debería ser no pactar con quienes niegan la dignidad de parte de la ciudadanía.

Las banderas arcoíris no se izan para provocar. Se izan para que a nadie se le olvide que aún hay personas que sufren por ser quienes son. Y mientras VOX siga atacándolos y el PP siga abriéndole la puerta, los discursos como el de Poli Suárez son solo eso: discursos.

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